El poder curativo de los animales

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En muchos hogares las mascotas son un integrante más de la familia y comparten los lugares y actividades diarias. Para muchos son una compañía, y hay quien sostiene que ayudan a mejorar la salud, fortalecen el sistema inmune, mejoran el estado de ánimo y alejan la depresión. Para otros ¡solo son un foco de enfermedades!

Una diosa gatuna
En el Antiguo Egipto los gatos tenían atribuciones divinas, tal es el caso de la diosa Bast, protectora de la fertilidad y la maternidad. Estaban domesticados y ayudaban a matar alimañas y serpientes venenosas. Se dice que la vibración de su ronroneo tiene propiedades curativas, porque inciden en el cerebro humano y bajan el nivel de estrés.

No somos indiferentes
En EE.UU., 2 de cada 3 personas tiene una mascota. Y gastan varios miles de millones de dólares al año en el cuidado y la alimentación de estos “amigos” peludos, emplumados o con escamas. Un estudio reciente publicado en el journal PLOS One demostró que los humanos no somos indiferentes a la interacción con ellos.

 Un hijo más
Según un grupo de investigadores del Hospital General de Massachusetts, el cerebro de las personas reacciona ante su mascota del mismo modo en que lo haría ante un niño propio. En otras palabras, muchos seres humanos tienden a considerar a sus mascotas… como a un hijo más.

Cerebros en acción
Durante el estudio, se monitoreó la actividad cerebral de un grupo de mujeres que miraban fotos de sus bebés y de sus perros, y otras de mascotas o infantes desconocidos. Solo en el primer caso se registró incidencia en zonas relacionadas con la emoción, la recompensa, la filiación y el reconocimiento social.

Más que un amigo
El estrecho vínculo que establecen algunos humanos con sus mascotas es aprovechado por la medicina complementaria. Hay prácticas terapéuticas y asistenciales que pueden ayudar en varias patologías, incluso a enfermos mentales.

Hormonas de la felicidad
El vínculo y la actividad hormonal de un niño con su cuidador – en general su madre – dispara una serie de sustancias como la oxitocina, endorfinas, prolactina y dopaminas. Muchas se liberan en situaciones de felicidad. Y curiosamente, también son segregadas en la interacción con mascotas.

El efecto mascota
Esta cualidad es conocida como el “efecto mascota”, y si bien muchos la aceptan y sostiene que mejora la calidad de vida y aumenta la longevidad, otros como Harold Herzog, de la Universidad de Western Carolina, cuestionan su validez.

Más daños que ayuda
«Compartir la vida con una mascota no genera cambios en absoluto», indica el investigador. Y en muchos casos, aumenta los riesgos de recibir lesiones como mordeduras o arañazos, brucelosis, afecciones en la piel, gusanos y parásitos y dificultar para dormir por ruidos molestos.

Mejor calidad de vida
Sea mito o realidad, hay estudios que demuestran que los animales ayudan a tener una mejor calidad de vida. En un grupo de 92 personas que habían sufrido un ataque cardíaco, el 28% de los que tenían mascota vivieron más que los que no tenían un animalito en casa.

Cualquier especie
La interacción con alguna mascota comprendía tanto estar con un perro o un gato como mirar a un pez tropical nadando en una pecera o incluso, acariciar una boa. El beneficio se da porque baja el estrés y la presión, aumenta la autoestima y se es más positivo y optimista.

Aún solos
Una investigación en Inglaterra, sin embargo, evaluó a un grupo de personas con una escala que mide el nivel de soledad (UCLA). A los seis meses, después de adquirir una mascota, revelaron que no se sentían menos solas que las que no habían comprado ningún animal.

Corazón contento
En su artículo «Beneficios para la salud con asistencia animal», la doctora Michele Morrison, informa que compartir el tiempo con mascotas favorece la presión sanguínea, alivia la depresión y la ansiedad, mejora la calidad de vida y atenúa la sensación de soledad.

El hospital de Noé
Si bien los perros y los gatos son las mascotas más utilizadas en las terapias, la Delta Society informa que también se recurre a la asistencia de conejillos de Indias, loros, caballos, cabras, pollos, burros, cerdos, llamas, delfines y caballos.

El contacto estrecho con animales pueda provocar algunas enfermedades. Por eso los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU, (CDC), las describen e imparten guías para que cada especialista las considere en sus tratamientos, sobre todo en pacientes con daño cerebral, discapacidad o demencia.

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